En la actualidad, millones de personas siguen excluidas del sistema financiero formal. Esta realidad limita sus posibilidades de ahorro, de inversión y de protección ante eventualidades. La inclusión financiera basada en tecnología surge como una apuesta estratégica para transformar esta situación, aprovechando la penetración de dispositivos móviles y el acceso global a Internet.
El presente artículo explora los fundamentos de esta revolución, analiza cifras globales, examina ventajas y riesgos, y propone estrategias para maximizar el alcance de este fenómeno. Todo ello con ejemplos concretos y recomendaciones prácticas para actores públicos y privados.
La inclusión financiera se define como el conjunto de condiciones que permiten el acceso y uso de servicios financieros bajo estándares de protección y educación. Incluye tres componentes esenciales:
Entre los obstáculos más frecuentes se encuentran la carencia de ahorros, los costos elevados, la lejanía de las entidades financieras, la desconfianza en el sistema bancario y barreras culturales o religiosas. La innovación tecnológica busca derribar estas barreras mediante soluciones sencillas y accesibles.
La tecnología ha redefinido la forma de entregar servicios financieros. Destacan tres ejes principales:
La combinación de billeteras digitales y transferencias instantáneas ha multiplicado la velocidad de las transacciones y ha reducido drásticamente los costos en comparación con los canales tradicionales.
Adicionalmente, la implementación de sistemas de identificación digital y análisis de datos ha permitido atender a usuarios sin historial crediticio, evaluando su solvencia a través de patrones de comportamiento y datos alternativos.
El informe Global Findex 2025 del Banco Mundial destaca avances importantes en la titularidad de cuentas y el uso activo de servicios financieros digitales. No obstante, persisten discrepancias significativas:
Las remesas internacionales, por ejemplo, pueden llegar a representar el 35 % del PIB en algunas economías emergentes. La digitalización de estos flujos ha reducido comisiones y ha agilizado la recepción de fondos esenciales para millones de hogares.
Entre las ventajas principales se encuentran la disminución de costos operativos, la eliminación de barreras geográficas y la posibilidad de ofrecer productos personalizados a segmentos específicos. Además, el uso de plataformas digitales promueve el incentivo al ahorro y la formalización económica de poblaciones tradicionalmente excluidas.
Sin embargo, persiste la brecha digital: no todas las personas cuentan con acceso a dispositivos o conectividad estable. La falta de alfabetización digital y financiera puede conducir al uso inadecuado de servicios, generando desconfianza. Asimismo, es fundamental garantizar la protección de datos y la privacidad para preservar la integridad del ecosistema.
Para evitar ampliaciones de desigualdad, es vital contar con una regulación tecnológica neutral, que promueva la competencia, permita la entrada de nuevos actores y proteja a los usuarios más vulnerables.
Para asegurar un despliegue efectivo de soluciones tecnológicas, es necesario adoptar un enfoque holístico que incluya:
El desarrollo de programas educativos en colaboración con escuelas y organizaciones locales fortalece la confianza del usuario y potencia el uso responsable de las herramientas financieras digitales.
Adicionalmente, las alianzas público-privadas pueden impulsar proyectos de conectividad rural, instalación de agencias móviles y campañas de sensibilización sobre la importancia de la inclusión financiera.
Numerosas experiencias alrededor del mundo demuestran el impacto transformador de la tecnología en la inclusión financiera. En Kenia, M-Pesa permitió que más del 70 % de la población accediera a servicios financieros básicos a través de transferencias móviles. En América Latina, Daviplata en Colombia ha facilitado pagos gubernamentales y microcréditos a comunidades rurales, reduciendo la informalidad y generando nuevas oportunidades de inversión local.
Estos casos reflejan cómo soluciones innovadoras adaptadas al contexto local pueden empoderar a las comunidades, aumentar su resiliencia económica y construir confianza en el sistema financiero.
La inclusión financiera es un medio para alcanzar la equidad económica y social. La combinación de tecnología de vanguardia, educación y regulación efectiva ofrece un camino claro para que cada persona pueda gestionar sus recursos con autonomía y seguridad.
Gobiernos, entidades financieras, fintech y sociedad civil deben trabajar en sinergia para asegurar que la innovación tecnológica no excluya, sino que empodere a todos los ciudadanos. Solo así construiremos un sistema financiero verdaderamente inclusivo y sostenible.
La tecnología al servicio de la sociedad es la clave para un futuro donde ninguna persona quede atrás.
Referencias