En un mundo donde la sostenibilidad y la innovación convergen, las tarjetas plásticas viven una transformación sin precedentes. Este artículo explora las tendencias que marcarán el rumbo de los plásticos bancarios.
Desde su aparición en la década de 1950, las tarjetas plásticas han evolucionado principalmente en formato y seguridad. Sin embargo, el impacto ambiental del PVC virgen inspiró a emisores y fabricantes a buscar alternativas más respetuosas con el planeta.
La presión de consumidores y reguladores llevó a redes como Mastercard a implementar una prohibición del PVC de primer uso a partir de 2028. Este hito precipita un giro hacia materiales reciclados, biodegradables y compostables que redefinen la naturaleza misma de la tarjeta.
En 2025, los emisores de todo el mundo priorizan tres ejes fundamentales:
Estos objetivos interrelacionados crean un producto que ya no es un simple medio de pago, sino una herramienta de identidad y fidelización con valores eco-amigables.
La convergencia entre lo físico y lo digital redefine la experiencia de uso. La integración de NFC y RFID permite pagos contactless y acceso seguro en un solo dispositivo. Adicionalmente, tarjetas con sensores de huella dactilar elevan la protección contra fraudes a un nivel sin precedentes.
La impresión 3D irrumpe en el sector para añadir relieves y texturas únicas. Por su parte, la impresión digital HD a 1200 dpi posibilita personalización masiva con impresión de imágenes y datos variables en toda la superficie, con un sobrecoste de apenas un 12 % en lotes de 500 unidades.
La legitimidad de los materiales sostenibles se avala con normas internacionales que garantizan su desempeño y reciclabilidad.
Gracias a estos sellos, consumidores y empresas pueden comprobar el origen y el ciclo de vida de cada tarjeta, impulsando la economía circular y compostable en el sector financiero.
Varias instituciones lideran el cambio con ejemplos concretos de innovación y responsabilidad:
Desde 2018, más de 168 millones de tarjetas en 80 países han migrado a materiales sostenibles dentro de la red Mastercard. Esto demuestra la adopción global acelerada y el compromiso del sector con el medio ambiente.
La percepción del usuario evoluciona: ya no se valora solo la estética, sino también el origen de la tarjeta. Encuestas muestran que el 72 % de los clientes preferiría un proveedor que ofrezca una opción ecológica sin renunciar a la seguridad.
Los acabados soft-touch y los microtextos invisibles bajo luz ultravioleta aportan una experiencia táctil y visual distinta. La combinación de arte y tecnología refuerza la relación entre marca y cliente, incrementando la lealtad y la satisfacción.
El avance de las billeteras digitales sugiere una posible sustitución total de la tarjeta física. No obstante, el diseño actual la convierte en un elemento de identidad tangible que coexiste con soluciones virtuales.
Los emisores apuestan por plataformas híbridas donde la tarjeta física actúa como llave digital multifunción, integrando acceso a oficinas, programas de fidelidad y credenciales de transporte público.
La trayectoria apunta a la eliminación completa del PVC virgen y a la consolidación de estándares eco-certificados en todas las nuevas emisiones. El diseño ecológico y la seguridad robusta serán normas de facto en la industria.
En este escenario, las tarjetas plásticas se transforman en símbolos de compromiso ambiental, innovación tecnológica y experiencias únicas. El dinero en plástico ya no es solo un medio de pago, sino una puerta a un futuro sostenible y conectado.
Referencias